Presentación en PowerPoint, gentileza de Tommy's Window (www.tommyswindow.com)
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Family Education y The National Association for the Education of Young Children Nuevos descubrimientos sobre el desarrollo del cerebro afirman lo que muchos padres y cuidadores sabían desde hace años. Hay tres factores: 1) buen cuidado prenatal, 2) relaciones afectuosas entre niños pequeños y adultos y 3) estimulación positiva a partir del nacimiento influyen para toda la vida en el desarrollo del niño. ¿Alguna vez mira a un bebé y se pregunta qué estará pensando? En el cerebro ocurre mucho más de lo que se creía. Según las más recientes investigaciones, este órgano bulle de actividad ya antes de nacer. Cuando nace, el cerebro del niño alberga 100.000 millones de neuronas o células nerviosas. De inmediato, se establecen sinapsis o conexiones entre estas mientras el bebé experimenta lo que le rodea y establece una relación con las personas que lo cuidan. Esa red de neuronas y sinapsis regula funciones diversas, como la vista, el oído y el movimiento. Si el cerebro del niño no se estimula desde el nacimiento, esas sinapsis no se desarrollan, con lo que se dificulta su capacidad para aprender y desarrollarse. El impacto de los factores ambientales en el desarrollo del niño pequeño es espectacular y preciso. No solo influye en la dirección general del desarrollo, sino que afecta las conexiones de los complejos circuitos del cerebro humano. La manera en que se desarrolla y aprende el ser humano depende de forma crítica en todo momento de la relación entre la herencia genética y la nutrición, el ambiente, la atención, la estimulación y la enseñanza que se le dé o deje de dar. Una atención afectuosa y entusiasta en los comienzos es decisiva para que el desarrollo del niño sea óptimo y sano. ¿Qué significa esto para los padres? Ponga en práctica estas cuatro ideas que lo ayudarán a velar por el desarrollo sano del cerebro de su hijo y su estabilidad emocional en los años venideros. 1. Sea afectuoso, cariñoso y entusiasta. Los estudios revelan que los niños que son objeto de atenciones entusiastas como tocarlos, mecerlos, hablarles y sonreírles, soportan mejor de mayores las épocas difíciles. También se llevan mejor con otros niños y se desempeñan mejor en el colegio que los que no tienen relaciones tan estrechas. 2. Hable, lea y cante a su hijo. La comunicación le proporciona una base firme para su aprendizaje futuro. Hable y cante de lo que pasa cada día. Lea cuentos de manera que anime a los mayores y los pequeñines a participar respondiendo preguntas, señalando fotos o dibujos en un libro o repitiendo poemas y refranes. 3. Estimule la exploración segura y el juego. Aunque muchos pensamos que el aprendizaje consiste simplemente en adquirir conocimientos, los niños aprenden jugando. Los bloques, dibujos, rompecabezas y juegos de actuación ayudan a los niños a desarrollar la curiosidad, la confianza en sí mismos, las aptitudes idiomáticas y la capacidad para resolver problemas. Que su propio hijo elija muchas de las actividades en que participe. Si se aleja o se muestra desinteresado, deje de lado esa actividad. Espere a que le interese de nuevo más adelante. 4. Aproveche la disciplina como una oportunidad de enseñar. Es normal que los niños pongan a prueba las reglas y actúen impulsivamente algunas veces. Más que castigarlos, los padres tienen que poner límites que ayuden a aprender a los niños. Por ejemplo, dígale a su hijo cuál es el comportamiento aceptable y hágalo de manera positiva. Diga: «Mantén los pies en el piso», en vez de: «¡Quita los pies de la silla!» Elizabeth Montgomery, Pre-K Smarties
Nunca es prematuro dar a conocer a su hijo los libros. Aunque los bebés no sean capaces de seguir un argumento ni entender un tema, es beneficioso mostrarles libros. Además de la inevitable unidad cuando tiene al bebé en el regazo y le habla, leerle le ayuda mucho a desarrollar el lenguaje. Mucho antes de que articule su primera palabra asimila sonidos que contribuirán a que desarrolle el habla, y más adelante su capacidad para la lectura. Los libros también estimulan la imaginación del bebé, le ayudan a entender lo que experimenta y le presentan nuevas situaciones. Leer textos a su hijo hoy sienta las bases para unos buenos hábitos de lectura mañana. Como los bebés reaccionan a los sonidos de las palabras, los mejores libros para ellos son los que recalcan el ritmo, las melodías, las repeticiones en el habla, poemas infantiles y un lenguaje estructurado. Les cautivarán las secuencias de ritmo, rima, repetición y estructuras de expresión que le sean familiares. Los libros para niños chiquitos suelen tener muy poco texto; con frecuencia las palabras son el rótulo o pie de foto de las imágenes. Les gusta ver fotos de otras personas, sobre todo de bebés. Reconocen expresiones y facciones del rostro. A los bebés y los niños pequeños les encanta ver objetos conocidos como un oso de peluche o un pato de goma. También les encanta ver a personas que realizan alguna actividad de la vida diaria como vestirse o bañarse. Además de ser medios didácticos y estimular el desarrollo, los libros entretienen a los bebés, lo mismo que a los adultos. Los padres y personas que los cuidan ven que los libros son un medio muy eficaz de mantener a los bebés contentos y entretenidos. Es más, si a su hijo le gustan los libros a tan temprana edad adquirirá una base para el papel esencial que tendrán los libros en su educación. ***** Tardamos mucho en presentar la lectura a los niños. A los seis años prácticamente ha desaparecido la capacidad para asimilar información objetiva, ya sea auditiva (hablada) o visual (escrita). […] Es más fácil enseñar a leer a un niño de cinco años que a uno de seis. Y más a uno de cuatro años que a uno de cinco. Y más a uno de tres que a uno de cuatro. Más a uno de dos que a uno de tres. Más a uno de un año que a uno de dos; y lo más fácil de todo es enseñar a un niño de menos de un año. La gran verdad es que los niños chiquitos asimilan información como palabras escritas o habladas a una velocidad que los adultos no podrían igualar ni con mucho. Tomado de "Why Teach Your Baby to Read?", Glenn Doman, fundador de The Institutes for the Achievement of Human Potential Aseo Personal / Autosuficiencia Cuanto más se le enseñe a un niño a cuidar de sus cosas y ser independiente, más tiempo tendrán los padres para realizar otro tipo de actividades con él. Por otra parte, hay que tener en cuenta que mientras los pequeños estén aprendiendo, a nosotros nos parecerá que cada tarea -como la de vestirse- les toma una eternidad. Y es fácil impacientarse cuando se están preparando para salir, por ejemplo. (Naturalmente, habrá ocasiones en que habrá que hacerlo por ellos, ¡pero por lo general no les hace gracia!) Para que aprenden lo que deben hacer para cuidar y proteger sus cuerpecitos necesitan instrucción y práctica. Hay que explicarles y repetirles muchas veces los principios y pautas de salud, higiene y seguridad: el aseo personal; el cuidado de los dientes, el cabello y la ropa; la limpieza de los oídos (para lo cual no deben usar bastoncillos, sino una toallita y el dedo); el uso del inodoro y lavarse las manos cada vez; el abrochamiento de botones, hebillas, cierres de presión y cremalleras; peinarse y trenzarse el pelo; lustrarse los zapatos; vestirse; comer con buenos modales; cruzar la calle en forma segura, etc. Desenvolvimiento Social (Interés y Consideración por los Demás) Son muchas las destrezas sociales que puede adquirir un niño pequeño. Al permitirle incorporarlas a su conducta canalizamos parte de sus energías en algo positivo. Además hace que se sienta útil y una parte integral de la familia o de una iniciativa determinada emprendida por ésta. Desde temprana edad se debe enseñar a los niños a ser considerados con los demás. Conviene, por ejemplo, que aprendan a respetar los cuartos privados, a pedir las cosas por favor, a dar las gracias, a decir «perdón» cuando tienen que interrumpir una conversación, a saludar a la gente y a guardar su lugar cuando están en presencia de otras personas que están conversando. Otra cosa que pueden aprender a hacer por los demás es poner la mesa debidamente, así como preparar y servir ciertas comidas y bebidas (jugos, leche, sandwiches, etc.). Conviene que usen jarras, platos y vasos irrompibles. Les encanta tomar el té con todo el servicio, para lo cual se puede servir agua, leche, jugo o infusiones de yerbas en lugar de té cafeinado. Es bueno alentar a los niños a tener gestos de consideración con los demás. Se les puede ayudar a preparar una sorpresa para alguien a quien quieren o que necesita una muestra de cariño o un detalle. A los niños les encanta tener gestos bondadosos porque es muy gratificante. La amabilidad y la consideración se aprenden mayormente viendo un buen ejemplo, y cuando la gente espera de uno que manifieste esas cualidades y le estimula en ese sentido. Los niños aprenden enseguida a ser serviciales, a ordenar el cuarto cuando mamá se siente cansada, a traerle a papá sus pantuflas, etc. Cuando sean amables y considerados con otras personas conviene recompensarlos con una gran muestra de afecto, prodigarles elogios y darles las gracias por el bien que han hecho. Eso refuerza el buen comportamiento y fomenta la adquisición de buenos modales. Extraído del libro "Pre-escolares", escrito por Derek y Michelle Brooks. © Aurora Producciones. Usado con permiso.
La vida entraña aprender miles de cosas -desde verter agua hasta apagar las luces cuando ya no las necesitamos-, y los niños de 2 y 3 años están en una edad ideal para empezar a hacerlo. El hogar ofrece incontables oportunidades a los niños pequeños en ese sentido. Con solo detenerse un minuto para enseñarle cómo funciona algo y después dejar que lo intente él, se puede hacer de cada cuarto y de cada objeto de cada cuarto una actividad didáctica. Cuando los niños escuchan explicaciones, intentan hacer cosas nuevas y aprenden a usar algo por primera vez se desarrollan física e intelectualmente. EL CUIDADO DE LAS COSAS Es muy importante aprender a cuidar bien de las pertenencias personales y del entorno. Se debe tener un sitio donde poner los juguetes después de usarlos, donde guardar la ropa cuando el niño se la quita, etc. Conviene ayudar al niño a habituarse a recoger sus cosas cuando termina con ellas; a colgar su chaqueta, a doblar y guardar sus pijamas en la mañana, etc. Haz que lo disfrute prodigándole abundantes elogios cuando haga bien la tarea. Un entorno ordenado hace que el niño se sienta más seguro y le ayuda a empezar desde muy pequeño a adquirir buenos hábitos. El entorno en que vive lo afecta directamente (y también a sus padres), así que hay que procurar mantenerlo limpio, luminoso y alegre. Si se le hace participar en la labor de mantenerlo así -empezando por quehaceres muy sencillos- se le enseña a ser responsable. Al mismo tiempo desarrolla nuevas destrezas, mejora su coordinación y aprende a tener consideración por los demás. Normalmente a los niños pequeños les encanta colaborar en la casa. Son capaces de asistir en pequeños quehaceres que les proporcionan experiencias de aprendizaje. Desde los dos años se les puede enseñar el arte de mover las cosas en forma segura y silenciosa (su mesita y sillitas, por ejemplo). Mientras se cuelga la ropa se le puede enseñar a contar a medida que él te va pasando las pinzas. Que ayude a su papá a lavar el auto. Mientras preparan juntos la ensalada se le puede ir hablando de los alimentos, las vitaminas y la importancia de la higiene. Los quehaceres domésticos pueden resultar actividades didácticas muy divertidas para los niños pequeños: vaciar los papeleros, limpiar, ordenar, barrer, lustrar, desempolvar, doblar la ropa, poner la mesa y hacer las camas. A la hora de hacer el aseo de su cuarto, el niño puede pasar el trapo a la estantería de los juguetes y lavar los juguetes de plástico. Si se colocan unos ganchos y estantes a su altura para que pueda tomar y dejar solito su toalla, su guante de baño, su cepillo de dientes y su ropa es probable que, de ser un nene dependiente y quejica, ¡se transforme en una personita satisfecha y servicial! Se les puede enseñar a realizar cada tarea concienzudamente, bien y hasta el final. Para los niños de dos años y medio a cuatro años de edad, estudiar todos los detalles relativos a doblar la ropa o quitar el polvo puede resultar muy interesante, hasta fascinante. Le llevará tiempo aprender a hacerlo solo. No se puede pedir que sus primeros intentos sean muy eficientes. Sin embargo, a los niños les encanta imitar la forma correcta de hacer las cosas si se les indica detenidamente cuál es. LA VIDA CON OJOS DE NIÑO Recuerda que por lo general los niños hacen las cosas por diferentes motivos que los mayores. No suelen pensar tanto en el propósito de una actividad, sino que hacen las cosas porque disfrutan haciéndolas. La actividad en sí suele ser motivo suficiente para hacer algo. Terminar lo que empezaron no es tan importante para ellos. A veces los mayores nos impacientamos con los niños por la lentitud con que hacen las cosas. No vemos por qué simplemente no se apuran y terminan de una vez. Es posible que un niño tenga una buena capacidad de concentración para su edad, pero tal vez no se esté concentrando en lo mismo que tú. Puede que a ti te interese que termine porque tienen que pasar a otra cosa, pero a lo mejor a él no le interesa terminar rápidamente una actividad que le resulta entretenida o poner fin a un momento agradable sólo para empezar otra cosa. Si es necesario darse prisa, tenemos que tomarnos la molestia de explicarle por qué y en qué se beneficiará él. No conviene andar metiéndole prisa todo el día ni impedirle que absorba las experiencias y disfrute de las actividades que realiza, sino más bien darle tiempo para aprender, observar, explorar y experimentar. Al salir de paseo con él para observar la naturaleza no hay que apurarlo. Puede que tanto él como tú se pierdan algo importante. ¡Ojalá disfruten plenamente la creación divina: las vistas y sonidos, las criaturas pequeñas y grandes, el viento, el sol y la lluvia! Viene bien hacer memoria y evocar las experiencias que tuvimos de niños que se nos quedaron grabadas en la memoria: chapotear descalzos en los charcos, imaginar que las hojas arrastradas por la corriente de un arroyo eran barcos en un río caudaloso. Demos a los niños tiempo y oportunidades para aprender del más fabuloso de todos los maestros: el Creador y Su creación. Tomado del libro "Pre-escolares", escrito por Derek y Michelle Brooks. © Aurora Producciones. Usado con permiso.
Es posible que la lectura sea la principal aptitud necesaria para adquirir una buena cultura, pues en buena medida el aprendizaje se basa en la capacidad de leer. Los padres y profesores debemos esforzarnos al máximo para mejorar los procesos mentales de los niños y ayudarlos a expresar sus sentimientos e ideas. Los niños que crecen en un ambiente en que tienen un buen surtido de lecturas adquieren más afición a leer. También avanzan con más rapidez si empiezan a leer a una edad temprana. Una regla esencial al enseñar a un niño a leer es que padres y maestros vean la lectura como una actividad entretenida que realizan juntos. Es importante tener presente que: * El aprendizaje es el juego más emocionante de la vida; no es trabajo. * El aprendizaje es un premio, no un castigo. * El aprendizaje es placer; no una imposición. La forma de avanzar en la lectura varía de un niño a otro, pero hay una constante: el interés personal y atención de los padres y maestros puede hacer mucha diferencia. Prácticamente cualquier método que se siga dará buen resultado si el niño está contento, motivado e interesado y disfruta de la experiencia. Muchas personas creen que un niño pequeño no es capaz de mantener la atención que hace falta para que aprenda a leer. Sin embargo, si los momentos de aprendizaje son activos y no muy largos, tal vez descubran que es al revés, y que el niño asociará aprendizaje con placer. Ello contribuirá a mantener su interés y le aumentará el deseo de aprender. Los niños pequeños se intimidan mucho menos con la lectura que los mayores y no la consideran algo lleno de ideas abstractas e intimidantes; lo ven como otra materia interesante que aprender. Una clave para el éxito es que los niños sepan que hacen progresos. Elogiarlos por sus logros los motiva para seguir aprendiendo. La lectura puede ser particularmente atractiva para los niños pequeños al ver lo fácil que es reconocer palabras juntando sílabas y ver que pronto pueden leer solos. Si al final de una sesión de lectura se elogia al niño por lo bien que lo ha hecho, quizá se le muestra y presenta como algo interesante lo que verá la próxima vez y se le da un elogio afectuoso acompañado de un abrazo. Todo eso motiva mucho a la mayoría. El cerebro es como una computadora; cada día recibe grandes cantidades de datos; cuantos más recibe, mayor capacidad tiene para recibir. Lo que se aprende entre uno y cinco años de edad se retiene fácilmente. Los niños pequeños son genios lingüísticos; a los cinco años por lo general han aprendido un idioma (o hasta dos o tres), así como deportes, operaciones matemáticas sencillas, rudimentos de escritura y mucho más. Su capacidad para aprender es máxima; pueden adquirir conocimientos con más rapidez que en etapas posteriores de la vida. Los niños pequeños pueden aprender prácticamente de todo a partir de un año si se les presenta de manera clara, informativa y objetiva. Darnos cuenta de ello nos hace conscientes de que poseen aptitudes extraordinarias y que enseñar a un niño implica gran responsabilidad. Lo que hay que hacer: * ¡Sé alegre! Disfruta enseñando a los niños. * Elogia al niño cada vez que haga algo bien. * Sé entusiasta. * Elimina posibles distracciones para que el niño ponga toda su atención. * Cuando enseñes a un niño a leer ve pasando el dedo hacia la derecha por debajo de cada sílaba. Lo que no hay que hacer: * No aburras al niño yendo demasiado lento. * No lo examines. * No sigas si ves que el niño ha perdido el interés. * No lo presiones para que aprenda. ¡Enseña tu niño a leer en Ingles! ¡Haz clic aquí para ver una programa gratis! Derek y Michelle Brooks, recopilado de Early Bird Readers—A Teacher and Parent’s Handbook. (Haz clic aquí para ver parte uno) Ponerse en Su Lugar Procuremos ver el mundo desde la perspectiva de nuestros pequeños. Naturalmente, la mejor forma de lograrlo es pedirle al Señor que nos haga ver las cosas desde el punto de vista del niño. Dios conoce a nuestros hijos al revés y al derecho. Sabe exactamente lo que sienten y lo que pasa en su interior y, si se lo pedimos, nos lo comunicará. En el caso de los niños pequeños, a veces conviene situarnos físicamente a su altura cuando les hablamos. Podemos ponernos de cuclillas, arrodillarnos o sentarnos en el suelo a su lado. Si nos ubicamos a la altura de sus ojos, a ellos ya no les parecemos tan distantes. El hecho de ver el mundo desde la perspectiva de los chiquitines también nos ayuda a entender por qué a veces se sienten intimidados cuando los demás son mucho más altos y la mayor parte de la acción ocurre fuera de su alcance. Para ellos unos estantes altos bien son algo así como cornisas en una pared rocosa; los adultos, titanes de doble altura que llenan sus casas de muebles igualmente gigantescos e instalaciones que les resultan completamente inaccesibles. Una casa desconocida puede darle a un niño la impresión de encontrarse en tierra de colosos. Es buena idea procurar que la mayor parte posible de las pertenencias de nuestros chiquitines estén a su alcance. Tal vez no podamos tener una habitación y muebles a escala infantil, pero al menos proporcionémosles banquetas (o cajas firmes) a las que puedan subirse para llegar al lavabo o a otros accesorios. Tomar Conciencia de que Su Experiencia es Limitada Aun los incidentes de poca monta a menudo se ven exageradamente grandes desde el punto de vista de un niño. La experiencia contribuye a poner las cosas en perspectiva. Todos hemos aprendido por experiencia que no vale la pena alterarse por ciertas cosas. Sabemos que cuando nos hacemos un raspón, enseguida dejará de sangrar y de doler; que el pesar que nos causa una decepción o el haber perdido algo importante pasa relativamente pronto, y en su lugar descubriremos nuevas alegrías; que el mal tiempo no dura para siempre. Pero los niños pequeños no tienen esa confianza en que los problemas generalmente se solucionan. No cuentan con ese marco de referencia porque aún no han acumulado suficientes experiencias en la vida. Necesitan que los tranquilicemos. Necesitan que les expliquemos las cosas y los consolemos. Los niños pequeños viven en el presente. Para ellos todo sucede ahora. El presente es lo único que les importa. A medida que crecen van entendiendo el concepto del tiempo y de palabras como «mañana», «después», «más tarde», etc. A base de tiempo y experiencia, y a veces de sufrimiento, aprenden a superar las decepciones, muchas de ellas provocadas por cuestiones cotidianas que a nosotros nos parecen nimias. En ocasiones el proceso resulta doloroso para los padres también. Nos duele ver a nuestros hijos tristes, inseguros o desilusionados cuando no se cumplen sus expectativas. De todos modos se puede acelerar el proceso de cicatrización mostrándose comprensivos y rezando con ellos. Es igualmente importante animarlos y recompensarlos cuando manifiestan fe y confianza en que las cosas se van a resolver. Cuando sabemos que algo le va a resultar difícil de aceptar a un niño, conviene prepararlo un poco de antemano para que no le tome por sorpresa. Muchas veces se pueden prever las crisis y procurar evitarlas: «Pronto mamá tendrá que apagar el video porque ya casi es la hora de la siesta. Puedes verlo un ratito más, y luego tendremos que apagarlo». Como más Enseñas es con Tu Ejemplo Por mucho que los padres hablen, sólo enseñan con lo que hacen. Los niños son imitadores natos. La mayoría de las cosas las aprenden así: por imitación. Casi nunca se olvidan de lo que ven. Se dejan llevar más por lo que ven que por lo que escuchan. Prestan más atención a nuestras acciones y actitudes que a nuestras palabras. Nuestros hijos son un reflejo de nosotros. Nuestra actitud y ejemplo de fe son el modelo que ellos siguen, y sus actos y reacciones dependen en gran medida de los nuestros. Muy pocas personas tendrán mayor impacto en la vida de nuestros hijos que nosotros mismos. Sin embargo, el ejemplo de otros puede ejercer una gran influencia. Ver televisión puede tener un marcado efecto en los niños. En la actualidad la TV es la nana más práctica y económica, la más socorrida, pero eso no quiere decir ni mucho menos que sea la más confiable e idónea. Muchos de los malos hábitos y actitudes poco sanas que preocupan a los padres de hoy son el resultado de que los pequeños imitan los ejemplos negativos que ven en televisión. Conviene restringir la influencia televisiva y prestar atención a lo que los niños ven y a lo que nosotros mismos vemos en presencia de ellos, ciñéndonos a los programas que conocemos y que no son perjudiciales para ellos. Lo que los niños ven por televisión y los malos ejemplos que ven en la gente que los rodea -sobre todo en niños de su propia edad o en niños mayores a quienes admiran- son capaces de echar por tierra todos los buenos hábitos y conductas que tanto trabajo ha llevado inculcarles. Hay que estar alerta. Los Elogios A los niños les sientan de maravilla los elogios. Es mucho más importante alabar a un pequeño por su buen comportamiento que regañarlo cuando se porta mal. Hay que procurar hace hincapié en lo positivo. Elogiar a los niños por sus buenas cualidades es la mejor forma de conseguir que se esfuercen por portarse bien. Cuando les expresamos qué nos agrada de su comportamiento, hacen casi cualquier cosa con tal de seguir complaciéndonos. Además, los elogios sinceros y específicos contribuyen a elevar su autoestima, que es crucial para que se desarrollen felices y equilibrados. Tomado del libro "Preescolares", que forma parte de la serie "Soluciones para Padres". Utilizado con permiso. Para comprar la serie, visite www.es.auroraproduction.com Importancia del Aprendizaje Temprano El segundo y el tercer año de la vida de un niño constituyen probablemente una de las etapas más difíciles para los padres y puericultores. El bebito ha crecido y tiene mayor capacidad para explorar el mundo que lo rodea. Como es natural, cuando un chiquillo alcanza ya los 3 ó 4 años su desarrollo motor está mucho más avanzado, pero también suele aceptar encantado toda la atención y enseñanza que se le dispense. Huelga mencionar la importancia que tiene la educación temprana. Actualmente se ha llegado al consenso de que, para cuando un niño cumple cinco años, ya ha aprendido más de la mitad de lo que aprenderá en toda su vida. Por eso es fundamental empezar a enseñarles cosas pronto, así como enseñarles las cosas apropiadas en esos primeros años tan formativos. Todos los días son importantes, porque el aprender cosas nuevas todos los días es la principal ocupación de los niños pequeños. Normalmente aprenden mucho más si cuentan con la guía de una persona mayor que si se los deja descifrar las cosas totalmente por su cuenta. Los aspectos principales en los que conviene concentrarse son el desarrollo motor, el del lenguaje y una gran variedad de destrezas de índole práctica. No se trata de sobrecargar a los niños pequeños con tediosas sesiones a fin de prepararlos para cuando comiencen a ir a la escuela. Sin embargo, es sorprendente la base que se puede cimentar en esos primeros años. Nunca se debe obligarlos a aprender algo que no quieran aprender, pero en seguida se descubre que son muy pocas las cosas en las que no muestran interés. Por lo general se los ve de lo más felices y contentos cuando están aprendiendo algo. Es más, suelen ser tan entusiastas por aprender que agotan a sus tutores. Ayudarlos a Pasarlo Bien, ¡Con Dinamismo! Para conseguir que un niño te preste atención tienes que meterte de lleno en lo que estés haciendo. Los mejores docentes son aquellos que hacen del aprendizaje una actividad entretenida. Lo que los chiquillos disfrutan aprendiendo es lo que aprenden mejor y más rápidamente. Un maestro eficaz es una persona que tiene muchas ideas y es capaz de infundirles a los niños deseos de aprender, que sabe convertir toda situación en una actividad didáctica tan placentera y agradable que los niños se mueren de ganas de aprender. No todos somos así de dotados, pero hay mucho que podemos hacer. A los niños les gusta que los mantengan ocupados. Les encanta hacer cosas, pero a veces no se les ocurre qué hacer. De modo que continuamente hay que crear nuevas formas de canalizar sus energías hacia iniciativas productivas. Tiene que haber animación, entusiasmo, mucha acción, mucho movimiento y efectos de sonido. Hay que ilustrar patentemente lo que se les está enseñando y darle mucho sentido, ¡demostrarles que a uno le parece interesante! Haz clic aquí para ver parte dos Tomado del libro "Preescolares", parte del serie "Soluciones para Padres". Usado con permiso. |
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